Tupac Amaru II: el líder de la gran rebelión.


Se llamó José Gabriel Condorcanqui Noguera, nació el 19 de marzo de 1738 en Surimana, cerca de Cusco. Descendiente directo de la nobleza incaica, fue privilegiado desde la cuna porque venía de una familia con dinero, lo que le permitió estudiar en el colegio jesuita San Francisco de Borja de Cusco, recibiendo así una instrucción de lujo para la época, lo que le permitió aprender tres idiomas. Era un hombre de negocios bastante exitoso, debido a que heredó el cucarazgo de Surinama, Tungasuca y Pampamarca y siguió el negocio de mulas, que le generó importantes ganancias. Era lo que hoy en día es un empresario del rubro del transporte.

La situación que existía en América a mediados del siglo XVIII era horrible. El nivel de abuso de la colonia con la población autóctona era descontrolado, los privilegios seguían reservados para la aristocracia española y las medidas adoptadas por la corona a través de las reformas borbónicas iban en desmedro de la población criolla, mestiza e indígena (ni hablar de la población negra que eran esclavos), cimentando así las bases de lo que vendrían a ser las posteriores revoluciones.

El establecimiento de aduanas y el fuerte alza impositivo al comercio fueron medidas que perjudicaron en particular a Condorcanqui. Eso lo llevó, como business man de la época, a hablar con los representantes de la corona en Cusco y en Lima. Dicen que la conversación fue en los siguientes términos: "me han destruido con las aduanas y las alcabalas", "perro, dime qué incentivo tengo yo para invertir en este país" o "has ido alguna vez a ver las condiciones en las que trabajan indígenas y negros en este país. El trabajo en las minas tiene que parar". Los españoles que gobernaban en América no eran propensos a ir en contra de los designios de la corona, por ende, lo que alegaba José Gabriel se lo pasaron por la punta del pepino. 

Y aquí se pone bueno, porque vuelve de esa conversación José Gabriel Tupac Amaru, no el empresario de apellido Condorcanqui, llega el agitador que se cambia el nombre, que llama a las masas de trabajadores a tener conciencia de clase y rebelarse contra el sistema opresor colonial.

El nombre de Tupac Amaru, lo adquiere de Tupac Amaru I, que fue antepasado de José Gabriel (cabe recordar que se señaló que era descendiente directo de la nobleza incaica) y un gobernador incaico del siglo XVI que se rebeló contra los españoles, muriendo ejecutado a causa de su lucha. Dicho carácter heroico y su valentía es lo que busca rescatar su descendiente, quien revive su figura, adopta su nombre indígena e inicia una lucha contra el mismo imperio colonizador dos siglos después. De ahí que José Gabriel recibe el nombre de Tupac Amaru II. 

La rebelión empezó el 4 de noviembre de 1780 y terminó el 6 de abril de 1781. El ejército de Tupac Amaru estuvo conformado por indígenas, curacas, mestizos y hasta algunos criollos. A esta lucha también se sumaron de manera activa su mujer Micaela Bastidas y sus tres hijos, así como las familias de ambos lados. En la interna le decía a sus camaradas "ya nos lanzamos, vamos al todo o nada. La consigna es la abolición del reparto, la alcabala, la aduana y la mita de Potosí". Tupac Amaru era de la consigna de ir con todo, sino se quedaba en la casa viendo los juegos de pelota que practicaban los indios.

Micaela Bastidas era una mujer con mucha personalidad, fue tan líder como su esposo, pero en la historia ha quedado relegada a un segundo lugar, presumo por su género. Una idealista y defensora de los derechos del pueblo americano, fue la mano derecha de Tupac Amaru II en toda la rebelión, reflejando una relación de amor perfecta, marcada por la admiración mutua y la convicción absoluta de que la lucha social que libraban era necesaria, que incluso los llevó a morir por ella. Imagínese tener un novio/a con el cual no solo exista una atracción que los lleve a ser pareja, sino que además compartan los mismos sueños e ideales de sociedad. Ese es el match perfecto, no el de Tinder.

Tupac Amaru adquiere relevancia porque se atrevió a hablar de independencia, porque eliminó las diferentes formas de explotación indígena (la mita el mas claro ejemplo) y por abolir la esclavitud negra en los territorios que logró controlar. Su figura trasciende fronteras y continentes. El MRTA peruano, el movimiento Tupamaro uruguayo, el líder revolucionario boliviano Tupac Katari y el rapero norteamericano Tupac Shakur, deben sus nombres a la figura del caudillo peruano. Asimismo, fue una figura realzada durante la dictadura de Velasco en Perú, quien interpretaba que los valores nacionalistas del peruano nacían con la figura de Tupac Amaru II.

Y así es como el gestor de la mayor rebelión popular en la América colonial era un empresario. Resalto esto porque en los tiempos actuales el sector empresarial es vinculado directamente con la clase opresora, con ese ser humano que busca únicamente el lucro personal y utiliza la fuerza de trabajo de la clase oprimida para alcanzar este objetivo. Y es aquí donde difiero. Soy un convencido de que hay Tupac Amaru en el siglo XXI, no me refiero al revolucionario que toma las armas, sino que al empresario cuyo móvil principal es la creación de un negocio que, más que lucro, venga a cubrir una necesidad presente en sectores de la población con menos recursos económicos, hay otros que disponen parte de su capital personal en el financiamiento de iniciativas que van en beneficio de sectores de la población con mayores índices de vulnerabilidad y también están los valientes que critican la forma de operar de su gremio en aras de obtener una mayor justicia redistributiva.

Espero que el lector no piense que soy un férreo defensor de la clase empresarial y del sistema económico desigual que existe en el mundo, pero nada es blanco o negro, todo tiene matices, y también reconocer la historia, un mestizo adinerado, que se dedicaba al comercio de mulas (muy admirado en agrupaciones con ideología de extrema izquierda) fue la persona que lideró la rebelión popular indígena más grande de la América colonial.

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