Los tres amores de Enver


Enver Halil Hoxha nació en Gjirokastra, una ciudad ubicada en el sur de Albania, un día 16 de octubre de 1908. De pequeño fue muy estudioso, siempre fue el primero de la clase, ayudaba a los compañeros y tenía una serie de inquietudes intelectuales. Ahí vienen sus primeros noviazgos con la causa comunista, cuando lee el Manifiesto de Marx y Engels. 

Como era buen alumno, accedió a una beca para estudiar Ciencias Naturales en Montpellier, Francia. En tierras galas profundizó su sentimiento de fascinación con el socialismo al formar parte de grupos donde se discutía acerca de la revolución rusa, de los desafíos de las nuevas naciones europeas en el período post Primera Guerra Mundial y el escenario que surgía con ciertos grupos nacionalistas, principalmente en Italia y Alemania.

Sus camaradas franceses le hacían bullying porque en Albania seguían reconociendo como figura máxima del Estado al rey. Eso lo molestaba mucho a Enver, porque tenía plena conciencia de que su pueblo era capaz de gobernarse por sí solo y había que expulsar al rey de su trono. No quedaba otra para lograr la gran revolución del proletariado albano. 

A principios de los 40 empieza a ponerse entretenida la cosa, porque los partisanos albaneses, dentro de los cuales estaba Hoxha, comenzaron a combatir contra las tropas fascistas que invadieron el país. En esta lucha se metió el Partido Comunista Yugoslavo a auxiliar al Partido Comunista Albano, en lo que fue literalmente una pelea de comunachos contra fachos.  

Como fue la tendencia en todos aquellos países que formaron parte de la famosa cortina de hierro post Segunda Guerra Mundial, el territorio albanés, tras años de lucha por su independencia total, fue libre y formó parte del bloque socialista. Pero primero hubo que enfrentarse con los nacionalistas que tenían el control del norte, porque si bien a la mayoría le seducía más la idea de adherir a la izquierda, existieron aquellos que se opusieron. 

Hoxha les dijo "yo parto y ustedes siguen", pero mientras los seducía con esa propuesta, fortalecía su figura y mandaba a crear una Policía Secreta, que años después se encargaría de eliminar cualquier oposición que pudiese tener Enver para gobernar. Fue así que en 1945, creó lo que se llamó la "Corte Especial contra Criminales de Guerra y Enemigos del Pueblo", donde básicamente se dedicó a suprimir a la élite albana y a todos aquellos que hubiesen adherido a ideas fascistas o monárquicas. "Aquí mandamos los reds, ¿les quedó claro?", fue el mensaje contundente que le comunicó a su gente. 

Hoxha fue Secretario General del Partido del Trabajo de Albania desde 1941 hasta su muerte en 1985, que en la práctica de los países socialistas de la época era equivalente a ser el presidente. Cuando empezó su liderazgo al mando del país, su gran referente era Stalin (y lo fue siempre). Tuvo la oportunidad de conocerlo personalmente en 1949 y alucinó. Encontraba que hablaba bien, que tenía buena presencia y hasta su sex appeal le hallaba al bigote de Iosif. Fue tal su idolatría, que años después el líder albanés escribió un libro titulado Con Stalin.  

Desde los albores de su mandato dejó en claro para donde iba la cosa en su país. Implantó una economía centralizada que se tradujo en la nacionalización de minas (no las que usted está pensando), bancos y empresas extranjeras, con un fuerte control estatal sobre la producción y el desarrollo de la industrialización. Clavó reforma agraria, mediante la expropiación de tierras a las familias terratenientes y su posterior entrega al pequeño campesinado. Por último, declaró ilegal la Gjakmarrja, tradición feudal que consistía en la venganza familiar.

Sus rounds internacionales se prolongaron por todo su período gubernamental y se podrían asemejar a las rupturas sentimentales. Primero, se alió con el mariscal Tito que gobernaba Yugoslavia. Firmaron un acuerdo de mutua cooperación económica, que en la práctica subordinaba la economía albanesa a la yugoslava, lo que afectaba directamente los planes de industrialización que tenía Hoxha. A eso se sumó que Tito se peleó con su ídolo Stalin a fines de la década del 40, lo que terminó por destruir cualquier atisbo de relación con sus vecinos de Belgrado, partiendo una parte pequeña del corazón de Enver. 

Su segundo round fue con los soviéticos. Le dijo a su papá Iosif: "Papá, me peleo con todos por ti, necesito que me ayudes a rescatar al país". Stalin que se venía recién de pelear con Tito, vio una excelente oportunidad de no perder la presencia soviética en los Balcanes, lo que condujo a la celebración de importantes acuerdos comerciales para regalonear a su querido Enver. Para esa época, el apoyo ruso fue clave para los avances de industrialización del país y de comercialización de materias primas.

Si uno cree que el corazón de Hoxha no podía sufrir más rupturas que la ocasionada por la pelea con Tito nos equivocamos profundamente. El año 1953 muere Stalin. El líder albanés entró en depresión, se instaló una semana entera en un "quitapenas" de Tirana y hasta pensó en quitarse la vida. A eso se sumó, que asumió Kruschev en la URSS, un tipo que Enver no digería de ninguna manera. Le decía a sus cercanos: "Se mueren lo que es. Un guatón ordinario, nada que ver con el caballero que era Stalin."  

La situación se agudizó cuando Kruschev, nada de tonto por lo demás, asumió el cargo criticando públicamente los abusos cometidos durante el período de Stalin. Nuestro querido Enver, que era un felador profesional del bigotón, pegó el grito en el cielo. Quién era este obeso con dentadura dispareja para venir a enarbolar una crítica de su gurú. No tardó en responderle, tildándolo de "revisionista, antimarxista y derrotista". En la esfera soviética que te espetaran ese nivel de adjetivos descalificativos era lo peor que te podía ocurrir. 

Una vez quebradas las relaciones con la URSS, Hoxha se fue quedando sin opciones en el mapa europeo, porque se había peleado con las dos grandes potencias de la esfera socialista. Al otro lado eran todos los capitalistas, por lo que no existía posibilidad de sentarse a conversar con nadie en su continente, así que recurrió a China. 

Le encantaba Mao Tse Tung porque se había peleado con Kruschev y era un férreo defensor de los principios estalinistas. El país asiático, al no tragarse con los soviéticos, buscaba un socio comercial en Europa, viendo en Albania una oportunidad importante de cooperación para el crecimiento de ambas naciones. El apoyo económico chino a los balcánicos se quintuplicó de un año a otro, para terminar de una vez por todas el proceso de industrialización del país.

Pero como era la tónica en la vida de Hoxha, que todo lo que tocaba lo destruía, se volvió a pelear con su socio comercial. En este caso fue peor, porque China era el último colaborador que le iba quedando, lo que sumió a Albania en un recrudecimiento de su crisis económica. La razón que llevó a Enver a sufrir su última decepción amorosa en el ámbito político fue la apertura china a comercializar con Occidente y con los enemigos yugoslavos. En su último pataleo, el jefe albano llamó "renegados de Stalin" a los chinos.

En el año 1976, Hoxha impulsó una Nueva Constitución resaltando los tres nuevos principios de la República Socialista Albana: el apego a los preceptos estalinistas, el antirrevisionismo y la autosuficiencia nacional. 

Las consecuencias económicas de las peleas de Enver con sus socios comerciales dejó a Albania como el país más pobre de Europa a principios de la década de los 80´. Asimismo, fue considerado también el más aislado, porque no se llevaba ni con los países capitalistas ni con los de su misma ideología. Y como si esto fuera poco, el jefe entró en una paranoia absoluta, que condujo al paredón de fusilamiento a varios de sus asesores y al despilfarro de millones en la construcción de búnkeres en la frontera con la actual Montenegro. 

Al final, salvo por un caso el año 1982, no hubo atentados contra la vida de Enver Hoxha, pero ese exceso de paranoia, de stress y seguramente algún grado de cargo de conciencia, generó que en 1983 sufriera un derrame cerebral que lo dejó postrado en una silla de ruedas hasta su muerte por un paro cardíaco, que tuvo lugar dos años después. Al final se terminó matando sólo el líder albano.  

Su legado se podría resumir en dos principales aspectos. Por una parte, la creación de una corriente ideológica de izquierda llamada "Hoxaismo", que defiende el derecho de las naciones a alcanzar el socialismo por diferentes vías, que son dictadas por las condiciones de cada país y por la estricta sujeción a los principios marxistas, leninistas y estalinistas. Por otra parte, la imposición de un régimen estricto de privación de libertades, de asesinatos o encarcelamientos de opositores y un considerable empobrecimiento de la nación.

En conclusión, la lección que nos deja Enver Hoxha es la de un tipo consecuente, que se rigió de manera estricta a los postulados ideológicos del marxismo leninismo, que soñó con que su país fuese industrializado y auto suficiente en materia económica, pero que todo fue un desastre. Si realmente quería el progreso de su país, debía ceder en algunas de las medidas auto impuestas por el PC albano, dado que su obstinación terminó siendo uno de los principales obstáculos para el desarrollo de su país y nunca una ideología puede imponerse sobre el bienestar social. 

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