Movimiento Revolucionario Tupac Amaru


Fue un movimiento fundado el año 1982 por Víctor Polay Campos, que perpetró atentados terroristas en Perú desde 1984 a 1997, siendo parte de la tristemente célebre época del terrorismo en el país incaico.

Sus lineamientos ideológicos fueron marxistas leninistas y guevaristas, que implicaba la búsqueda del cambio social mediante la lucha armada, siempre y cuando los mecanismos de la democracia representativa no dieran resultado para asegurar estas modificaciones anheladas por el grupo. 

Esto generó que, a diferencia de Sendero Luminoso, el MRTA tuviese un proceso de negociación con los gobiernos de turno. Primero, lo intentaron con Belaúnde en el poder y no lo lograron, motivo por el cual en 1984 ya se toma conocimiento de los primeros actos terroristas. Luego, cuando asumió Alan García, hubo un nuevo intento de inclusión en democracia, cuyos resultados fueron igualmente infructuosos. En este último caso, se esperaba que al haber un presidente del APRA, movimiento político de donde provenía Polay Campos, hubiese mejores resultados, pero nada de eso ocurrió. 

El foco de los actos terroristas fue los asesinatos contra policías, militares y civiles, las extorsiones y asaltos selectivos, más los secuestros. Si bien lo suyo no eran las ejecuciones masivas y dentro de su lineamiento ideológico no se presupuestaba el homicidio de cualquiera que pensara distinto a ellos, muchas veces terminaron pagando justos por los que ellos consideraban "pecadores", que eran las fuerzas armadas y los miembros de grupos de poder económico del país.

Eran un movimiento que reivindicaba sus acciones, hecho que no es menor, porque en eso se distinguían de sus primos de Sendero Luminoso, que cometieron verdaderos genocidios sin dar la cara. En ese sentido, el MRTA operó como lo hicieron la mayoría de las organizaciones armadas americanas del siglo XX. 

Adquirieron fama por la implantación de las "cárceles del pueblo", que no eran otra cosa que socavones excavados en sótanos de domicilios particulares, donde mantenían a sus objetivos secuestrados. Ahi también aplicaron los "juicios populares", que eran interrogatorios donde las víctimas eran sometidas a tratos crueles, inhumanos y degradantes. En muchas oportunidades, cuando no se lograba obtener el botín con el secuestro, los afectados eran asesinados.

Asimismo, se caracterizaron por tener una política de tolerancia cero contra las minorías sexuales. El hecho más reprochable en este sentido fue la masacre de Tarapoto, donde miembros del MRTA entraron a un bar y asesinaron a ocho travestis. Un mes antes habían hecho lo mismo con un joven homosexual en la misma localidad.  

Su líder Victor Polay cayó detenido por primera vez en 1989, siendo recluido en el penal Miguel Castro Castro, de donde se fugaría un año después junto a otros 47 compañeros. Para 1992 se produce su segunda y definitiva detención, que derivó en la condena a cadena perpetua y su encierro en la famosa Base Naval del Callao, donde comparte sede con Abimael Guzmán y Vladimiro Montecinos, entre otros célebres delincuentes peruanos.

Tras su detención, la posta la agarró Néstor Cerpa Cartolini, que venía de origen popular, distinguiéndose así de Polay Campos que era de familia más acomodada. Al comandante Evaristo, alias que manejaba Cerpa en el movimiento, se le ocurrió la brillante idea de practicar un secuestro en la embajada de Japón a fines de 1996, en el momento en que se celebraba el aniversario del emperador Akihito con una cena de más de 800 personas. Fue una patada en las gónadas al presidente Fujimori.

El japo Alberto, quien no estaba acostumbrado a dialogar con los terroristas, no le quedó otra que agachar la cabeza y negociar con los secuestradores. Básicamente porque en el interior de la propiedad nipona se encontraban secuestrados políticos, diplomáticos y empresarios de gran renombre nacional. Éstos, ni en sus mejores sueños, se imaginaron tener unas vacaciones tan prolongadas, porque estuvieron más de cuatro meses encerrados en la residencia. 

Las negociaciones fueron largas, tediosas y nunca se llegó a acuerdo, por lo que dado un minuto Alberto lo resolvió a su manera, en lo que se conocería como la Operación Chavín de Huántar, donde fuerzas militares hicieron ingreso a la propiedad y asesinaron a todos los secuestradores. Este modus operandi de tolerancia cero que implantó Fujimori en Perú con los terroristas generó mucha controversia en círculos de defensa de derechos humanos, porque investigaciones posteriores comprobaron que los miembros del MRTA ofrecieron su rendición, sin embargo, no se les dio opción alguna a mantenerse con vida.

Tras la desarticulación de esa operación de secuestro perpetrada por el movimiento, éste perdió poder y nunca más fue la organización armada que sembró el pánico en Perú durante los ochenta y noventa. Se dice que hay unos locos que han intentado revivirla. Por suerte, no han logrado su cometido.

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